Muchas empresas no obtienen los resultados esperados tras implementar innovaciones tecnológicas en su organización. Las expectativas no cumplidas generan frustración, ineficiencia, sensación de no haber acertado con la inversión, y pueden contribuir a la ralentización o abandono de proyectos, trabajo redundante, y soluciones temporales que no consiguen resolver bien los problemas empresariales y muy a menudo perduran en el tiempo.
Las causas son diversas y empiezan habitualmente por una definición de objetivos poco claros (el por qué), y siguen con una falta de concreción en el qué, dónde, cuándo y a quién va dirigida la innovación.
Aunque es obvio que la tecnología es esencial para mejorar la productividad de las empresas, optimizar el rendimiento de los profesionales y facilitar la toma de decisiones, no es suficiente por sí sola. La tecnología no resuelve situaciones complejas sin integrarse en la estructura funcional y organizativa de todos los eslabones de la compañía.
No se puede esperar que simplemente con tecnología se resuelvan problemas organizativos e ineficiencias operativas. Ejemplos de empresas modernas actuales como Uber o Airbnb muestran proyectos con ideas disruptivas que no implican innovar con tecnología, sino detección de una oportunidad y aplicación del conocimiento de forma inteligente para aportar valor añadido a lo ya existente.
Para innovar no hace falta inventar, sino saber integrar la tecnología en los procedimientos del negocio. Sólo así es posible conseguir que la tecnología sea revolucionaria. Aunque detrás de toda innovación hay siempre tecnología, el hecho de contar con ella, ha dejado de ser una ventaja competitiva en sí. Está al alcance de todos y para lograr el éxito hay que ir más allá.
“Si crees que la tecnología resolverá tu problema empresarial o no entiendes la tecnología o no entiendes a tu compañía”
Por tanto, partiendo de la premisa de que “la tecnología es necesaria pero no suficiente”, para decidir qué proyectos de innovación implementar, y obtener los mejores resultados, hay 3 aspectos clave para las empresas que resaltamos aquí:
Analizar los procedimientos empresariales que no fomentan la eficacia y productividad, y poner énfasis en orientar la innovación en resolverlos. La tecnología será el sólo el soporte que ayude a conseguirlo, pero no se conseguirán los objetivos sin orientar la cultura corporativa hacia los objetivos marcados
Desarrollar una cultura de datos sólida y sostenible a largo plazo que abarque a toda la organización. Esto implica utilizar los datos propios de forma generalizada para identificar y resolver problemas, impulsar la innovación y realizar cambios. El viaje hacia los datos permitirá tanto aumentar la productividad y eficiencia en diferentes áreas de la empresa, como identificar la causa de algún problema en un departamento concreto. Un reciente estudio de McKinsey muestra que en el 39% de las empresas nativas digitales, el 20% de sus resultados de explotación de los últimos tres años son atribuibles a su actividad de datos y analítica, mientras que sólo el 7% de las empresas más tradicionales comparten esta afirmación. Para tener éxito, hay que cambiar la cultura corporativa para dar prioridad a una mentalidad basada en los datos
Involucración de la Dirección - Los directivos deben predicar con el ejemplo, adoptando ellos mismos las nuevas formas de trabajo y haciendo ver al equipo que los proyectos de innovación tienen un por qué, están claros y bien definidos en cuanto a lo que pretenden resolver (el por qué, qué, dónde, cómo, para quién), y que las razones para llevarlos a cabo y los resultados esperados se basan en datos y se apoyan en tecnología
Comentarios